Verás…
Mi hija juega a futbol sala.
Empezó este año.
Le encanta jugar partidos.
Entrenar, no tanto.
Un día, al principio, después de su práctica me dijo:
¡Papá, estoy muy enfadada!
Las entrenadoras nos han mandado correr diez minutos alrededor del campo.
Me ha dolido aquí (se señaló el costado) y casi no podía respirar.”
Bueno…
Eso es lo normal cuando estás empezando, le contesté.
Ella estaba enfadada, ahora también conmigo.
Tal vez por mi aparente falta de preocupación (ya estoy mirando residencias para cuando me jubile).
Creo que lo estás enfocando como no es. Le das mucha importancia a lo mal que te has sentido.
Lo entiendo.
Pero…
…pero…
…pero.
¿No te das cuenta de que te has enfrentado a algo muy difícil para ti y lo has superado?
Ahora eres mejor jugadora.
Puedes quejarte o ser valiente.
¿Qué prefieres?
Aquel día siguió enfadada, pero escogió.
Hace unos días compitió en su primer torneo.
Ella y otras siete reinas.
Llegaron a la final.
Perdieron.
Pero escogieron ser valientes.
Más allá de lo que, desde fuera, podamos ver los demás.
Perdieron el partido.
Les dolió.
Ganaron mucho más.
Ver los desafíos como oportunidades para crecer y hacerse más fuertes.
Así que…
¿Escogemos ser valientes?
«El coraje no siempre ruge. A veces el coraje es la voz tranquila al final del día que dice: lo intentaré de nuevo mañana.»
— Mary Anne Radmacher
Feliz Semana.
Rober.
PD: Sólo para valientes: Formación Pilates León.