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¿Pero tú te has escuchado?

Verás.

 

Prueba esto.

Graba un mensaje de voz en tu móvil.
Escúchalo.

¿Te reconoces?

Si te pasa como a mi te preguntaras quien habla.
Una cosa es lo que tenemos en la cabeza y otra la realidad.

 

Cerca de mi casa hay un escaparate.
Es como un espejo.
Puedes verte entero.

 

Cuando salgo a correr y paso por delante me preparo como si me fueran a grabar en video.
Comprobar mi estilo.
Postura erguida, elegancia, agilidad en el paso… me siento como una gacela deslizándose por la sabana.

 

Me miro al espejo.
La gacela se ha convertido en un elefante en plena estampida.

 

 ¡Vaya, no es lo que imaginaba!

 

Con frecuencia creemos que nos movemos de una manera y la realidad puede ser otra.
Movernos mejor pasa por no dar por sentado nada.
Estar alerta y sentir que tu cuerpo hace lo que le pides.

 

Hacerte preguntas mientras entrenas.

 

¿Qué pasa si llevo los hombros más adelante?
¿O atrás?
¿Mis brazos están estirados?
¿Mi postura es la adecuada para lo que estoy haciendo?

 

Responde a esas preguntas.
No con palabras, sino haciendo pequeños ajustes.

Como cuando metes la mano en el bolsillo para comprobar que llevas las llaves (otra vez las llaves).

No es hacer el movimiento perfecto, pero sí estar cada vez más cerca de lo que somos capaces.

Nuestra responsabilidad como instructores es más que corregirte.
Es plantear las preguntas correctas.
Es ponerte delante del espejo.
Es darte autonomía.

No es entrenar, es vivir.

 

PD1: Transmite tu reflejo a los demás con nuestras formaciones.

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